La actualidad es plana y previsible. Es mi impresión. Suelo llegar a esta conclusión cada vez que monto por mi cuenta mi propio estudio de opinión pública: nada de encuestas con resultados más o menos fabricados, yo pregunto en mi entorno, al quiosquero, a la madre, al mejor amigo. Se precisa dedicación para percibir los matices de, pongamos por caso, la aprobación en el pleno del Congreso de tal ley, la reunión de la ejecutiva de tal partido, los vericuetos por los que discurre tal asunto judicial.
Ya digo, la mayoría de la gente no dispone de tiempo o de ganas para separar lo importante (por relevante) de lo interesante (por impactante), siendo esto último un material más barato y que arde con mayor celeridad.
Así es comprensible que el periodismo y la ciudadanía premien aquellos gestos que se salen de la rutina. Esta semana laboral que dejamos atrás ha sido rica en gestos que delatan y que, sobre todo, rompen la rutina: