Tag Archives: Corresponsales

Dación en pago

1 Mar

[Publicado en La RADIO de papel, marzo]

Julio Camba tiró de su habitual ironía para testimoniar el Nueva York de los años veinte en una suerte de artículos que pudieron leer los lectores de Abc de entonces y que hoy llegan a nosotros gracias a La ciudad automática, un libro que vio la luz por primera vez en 1934. La maestría contenida en los textos de Camba es verdaderamente sorprendente, reveladora por su apego al tiempo presente – “Nueva York es, ante todo, el momento presente”, dejó escrito-. Ya ha sucedido el crack bursátil de 1929 y el periodista gallego hace ver que, por absurdo que parezca, en la ciudad estadounidense se preconiza el aumento del gasto en anuncios proyectados antes de las sesiones de cine. “Y en vista de que se gana poco”, apostilla, “se gasta más que nunca”. Sin renunciar a su distancia escéptica de los hechos, Camba atestigua que, al contrario que en España, Nueva York no se achica con la catástrofe. “Si las gentes no pudieran arruinarse aquí de la noche a la mañana, tampoco podrían enriquecerse de la mañana a la noche”, escribe para más adelante concluir: “Cuando se enrique un pobre en España o cuando se arruina un rico parece que se hubiera subvertido no ya el orden social, sino el propio orden de la Naturaleza”.

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Recuerdo guerrero (con su correspondiente ardor)

23 Nov

Una de las grandes ventajas que tiene el trabajar en domingo es el tener acceso a toda la prensa dominical. He dicho ventaja pero tendría que haber dicho placer. A la redacción llegan los periódicos nacionales y los locales junto con sus suplementos, revistas y demás complementos. Al ser un día consagrado al descanso, sólo trabajamos yo y unos cuantos más que, de esta forma, adelantamos nuestro lunes. Está bien comenzar la semana teniendo por delante todas las opciones posibles de glosar la actualidad.

Casi siempre me traigo a casa algún periódico de más, que voy leyendo a lo largo de la semana. De la lectura de este domingo rescato este artículo de Arturo Pérez-Reverte en XL Semanal. Me picó la curiosidad y fui a la hemeroteca universal, Youtube, para ver aquellos reportajes bélicos para la televisión española que realizaron el tándem periodístico formado por Pérez-Reverte y el cámara José Luis Márquez.  Seguir leyendo

Trazabilidad: En pie de guerra

9 Sep

La palabra en cuestión no está registrada en la web de la Academia, pero sí en la Wikipedia. La trazabilidad es un protocolo para la seguridad alimentaria que permite «conocer el histórico, la ubicación y la trayectoria de un producto o lote de productos a lo largo de la cadena de suministros». Hace un año, Arcadi Espada revindicó que el periodismo asumiera este protocolo y hoy he encontrado un buen ejemplo.

Quizás no se haya caído en ello, pero este post en el blog Periodismo al Pil Pil sobre el ejemplo de Sergio Caro y David Beriain, ambos unidos al proyecto En pie de guerra, sirve como reivindicación de la trazabilidad. Decía Espada:

Trazabilidad, exactamente. El texto de la información y a su lado el blog describiendo el itinerario entre el hecho y la noticia. Debe hacerlo el periodismo y sólo puede hacerlo él. La trazabilidad permitiría, por ejemplo, que el lector llenase los vacíos de incertidumbre que ofrecen muchas informaciones, publicadas con cocción dudosa.

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Twitter, Stieg Larsson y ‘The Wire’

11 Ago

Mi sobreexposición hacia temas relacionados con el periodismo ha ganado en intensidad por varios hallazgos: de un lado, el seguimiento de estos temas en redes sociales como Twitter (no entiendo que haya institución o empresa preocupada por la comunicación corporativa que no tengan abierto un canal aquí; claro que tampoco entiendo ahora mi tibieza inicial) y, de otro lado, la dedicación de mi ocio veraniego a lecturas como la trilogía de Stieg Larsson o a series de televisión como The Wire. (En las novelas del escritor sueco se halla cierta esperanza hacia el futuro de la profesión, inapreciable en la serie basada en el día a día de Baltimore, de la que dejo a continuación un vídeo promocional para abrir boca).

‘Hispaliza’ en Marruecos y fin de las vacaciones

3 Ago
Venía esta mañana en el AVE, de regreso a Madrid después de mis vacaciones (se comprueba fácilmente mi esquinazo a la rutina si se observa el número de entradas del blog durante el mes de julio: cero), cuando a mi lado se sentó una joven mochilera que leía Ébano, de Ryszard Kapuscinski. Yo releía algunas reseñas extraídas de internet sobre Marruecos, donde pasé los últimas días del parón estival. Tras intercambiar algunas impresiones, ella (no recuerdo su nombre, como es costumbre en mí) me habló de lo poco que conocemos de África, de lo que culpó en gran parte a los periodistas (ay). Quizás para escurrir el bulto, recordé a mi compañera de asiento que Kapuscinski es reconocido como un maestro de periodistas después de ejercer toda su vida como reportero, gracias a lo cual escribió libros como Ébano, una referencia para sumergirse en el universo africano. Hablando, hablando resultó que ella, cooperante de profesión, había estado de paso por Marruecos después de visitar a unos amigos en Guinea (creo que me dijo), motivo por el que le recomendé que leyera el blog de Luis de Vega, corresponsal del diario Abc en el reino alauita.

Este blog lo he descubierto por recomendación de mi primo Antonio (que vive y trabaja en Rabat y que ejerció de excelente anfitrión durante nuestra visita: gracias de nuevo, Antonio) y tras coincidir con Luis de Vega en dos ocasiones, la primera en una cena en la capital marroquí y la otra en el aeropuerto de Fez. Ya lo he agregado a Google Reader. Tanto Antonio como Luis tenían razón: Marruecos merece una visita aunque sólo sea para perderte (aunque vayas con guía) en la medina de Fez. Fue así como comenzó una apasionante hispaliza (el amigo Rachid dixit) que sirvió de colofón de las vacaciones.

Como he olvidado la cámara de fotos en Lora (como es costumbre en mí), más adelante iré dejando aquí algunas píldoras del viaje (aunque para tener una visión global del país, quizás es mejor leer este artículo). Por cierto, al llegar a la estación de Atocha me despedí de la joven cuyo nombre no recuerdo en la misma parada de los taxis. Estábamos ya en España: ella cogió un taxi y yo, otro; y la tarifa del recorrido, elevada como de costumbre, se pagó sin que mediara negociación alguna con el taxista. El tráfico era aquí más sosegado, aunque las diferencias en la conducción temeraria se acortarán cuando finalice el mes de agosto.

Felices vacaciones para quienes las comiencen ahora… o sigan en ello.