[Publicado en La RADIO de papel, marzo]
Julio Camba tiró de su habitual ironía para testimoniar el Nueva York de los años veinte en una suerte de artículos que pudieron leer los lectores de Abc de entonces y que hoy llegan a nosotros gracias a La ciudad automática, un libro que vio la luz por primera vez en 1934. La maestría contenida en los textos de Camba es verdaderamente sorprendente, reveladora por su apego al tiempo presente – “Nueva York es, ante todo, el momento presente”, dejó escrito-. Ya ha sucedido el crack bursátil de 1929 y el periodista gallego hace ver que, por absurdo que parezca, en la ciudad estadounidense se preconiza el aumento del gasto en anuncios proyectados antes de las sesiones de cine. “Y en vista de que se gana poco”, apostilla, “se gasta más que nunca”. Sin renunciar a su distancia escéptica de los hechos, Camba atestigua que, al contrario que en España, Nueva York no se achica con la catástrofe. “Si las gentes no pudieran arruinarse aquí de la noche a la mañana, tampoco podrían enriquecerse de la mañana a la noche”, escribe para más adelante concluir: “Cuando se enrique un pobre en España o cuando se arruina un rico parece que se hubiera subvertido no ya el orden social, sino el propio orden de la Naturaleza”.