Termina el día, 11 de septiembre, diez años después del atentado que conmocionó al mundo. Las autoridades norteamericanas quieren que el ejercicio de recuerdo colectivo de este décimo aniversario sea la última efeméride subrayada en el calendario con el protocolario respaldo de la Administración.
A pesar de mi aversión a frases para mármol del tipo «todos somos estadounidenses», sí estoy de acuerdo en que todos vivimos nuestro 11-S, cada cual el suyo, ninguno igual al de otro. Seguir leyendo
He estado en Italia, aunque no físicamente. No he tenido esa suerte. El catalizador fue Historias de Roma, libro del que venimos hablando en este blog. Así que preparé un plan para pasar un fin de semana a la italiana.
Comencé con la relectura de los mejores pasajes del libro de Enric González. Insisto, nada complicado: antes de que te des cuenta, ya se ha terminado. Estoy entre los que les compensa la escasez de páginas si prima, como en este caso, el placer de una lectura verdaderamente luminosa. Enric hablaba del actor Alberto Sordi y allá que fui yo a visionar todo lo que hay en internet sobre Alberto Sordi. Seguir leyendo
Zapatero está en Washington para participar, dentro de unas horas, en el Desayuno de la Oración. Allí se verá con Obama después de que la Casa Blanca anunciara que el presidente no viajará a Madrid para participar en la cumbre UE-EEUU que se debería celebrar en Madrid, un anuncio en el que algunos han visto una suerte de desplante hacia el presidente español.
Sería darle demasiada importancia a Zapatero. El no de Obama es más generoso.
Es lo que se desprende del excelente análisis que publica hoy en portada el diario El País. Lleva la firma de Lluís Bassat, y el título sirve por sí mismo de síntesis: «Obama da una patada al hormiguero europeo«. Seguir leyendo
[Publicado en La RADIO de papel, febrero]
Existe una corriente de opinión que pide de casi cualquier expresión artística, desde luego en la ficción, que evada al espectador de la realidad. “Bastante tenemos ya con la realidad”, dicen éstos cuando muere el protagonista del libro o de la película al final de la historia. A mí esto me parece peligroso por dos razones: 1) porque parece obligarse al creador de la obra a idear un final feliz para tener el beneplácito del público; 2) porque la ficción, al menos la que a mí me interesa, necesita ser creíble, y para ser creíble necesita recrear (cuando no directamente ayudar a interpretar) el porqué de la cruda realidad.
Sigo con la lectura de Tu rostro mañana (cuando escribo estas líneas acabo de empezar la tercera y última parte), de Javier Marías, donde encuentro una reflexión en torno a “esa tendencia a encerrar a los niños en una burbuja de felicidad atontecedora y sosiego falso, a no ponerlos en contacto ni siquiera con lo inquietante”. Seguir leyendo
vasos comunicantes 